Los maestros han sido un jugoso botín político para los gobernantes. Cuando esta fauna política quiere llegar al poder, regularmente el encargado de enlaces o el de campaña casi siempre busca contactar al líder sindical. En la reunión con el líder, se negocia el apoyo a cambio de prebendas, como puestos de elección popular. Durante décadas ese ha sido el modus operandi de los partidos políticos. El concubinato entre el líder y el político se da en lo oscurito. Como el del gobernador de Veracruz y Zenyazen Escobar, a quien el primero le ofreció la secretaría de Educación si le daba cobijo el MMPV.
Todo mundo sabe que el actual gobernador del estado, Cuitláhuac Jiménez García, llegó al poder por la inercia electoral del Efecto Peje, que a su vez fue empujado por miles de maestros que votaron por el de Macuspana, Tabasco. No obstante, en los últimos años, el magisterio mexicano logró quitarse los grilletes y dejar de creer en las promesas falsas de sus líderes. Aunque el candidato y el líder hagan sus cochupos, no significa que los maestros votarán por él.
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