La popularidad del presidente no significa que esté gobernando bien, más bien le han funcionado sus programas clientelares
Una cosa es la popularidad y otra muy distinta la preparación para la solución de los problemas que tiene nuestro país. El hecho de que la popularidad del Ejecutivo federal esté sólida, no significa que la gran mayoría esté de acuerdo con su forma de gobernar. Su programa clientelar le ha funcionado. El hambre y la necesidad nubla la visión de los más desamparados al grado de considerar que el presidente de México es casi-casi el elegido de los dioses. La compra de conciencias con fuertes cañonazos de dinero, mediante programas de asistencia social, es la plataforma donde descansa el proyecto de la Cuarta Transformación.