Las malquerencias del presidente, por el momento, bajo el tapete; lo que urge son las reformas de la 4T

Presidente
Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB

Pareciera que no, pero sus hechos dicen lo contrario y tal parece que el motor que impulsa al presidente de México para tomar sus decisiones es uno que se alimenta de odio y rencor. Es cierto que él ha dicho que su pecho no es bodega, no obstante, al Ejecutivo federal nunca se le olvida cuando alguien se pone en contra de su voluntad. En estos momentos no hay ningún otro político que sea más poderoso que el presidente Andrés Manuel López Obrador. Su poder es omnímodo, sus tentáculos se extienden hasta el Congreso Federal y, al parecer ha quedado demostrado que tiene al menos el 50 por ciento del control de los senadores.

La afrenta que tiene contra el INE, contra los medios críticos y contra Ricardo Monreal, el coordinador de los senadores morenistas, entrará en un proceso de tregua obligada. La razón, la aprobación de las reformas que tendrán que pasar por esa cámara, sobre todo la reforma eléctrica, una reforma que tendrá que ser consensada con la oposición y, para ese trabajo, se pinta solo el zacatecano Ricardo Monreal.

De modo que las malquerencias del presidente tendrán que esperar por el momento, no hay de otra, todos los que se dicen apoyadores de la 4T tendrán que dar a conocer las supuestas bondades de la reforma eléctrica.

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