Monreal desafía política de seguridad de abrazos no balazos y dice que «es momento de revisar la estrategia»
En los años ochenta, Colombia tenía puestos los grilletes del terrorismo y la corrupción. Los grandes carteles, especialmente el de Medellín, desafió abiertamente al Estado, la fuerza pública, la justicia, al periodismo y partidos políticos. Nadie podía considerarse a salvo de los disparos de sus sicarios suicidas o de los cheques corruptores de sus cuentas bancarias escondidas. A ese proceso de violencia se le llamó colombianización. Hoy México parece estar pasando ese proceso, sin embargo, lo preocupante es que el Ejecutivo federal ha minimizado asombrosamente este sangriento proceso.