La sola expresión «voy a ser un legislador crítico, me voy a quitar la mano del corazón» ya habla de un sujeto que condiciona su trabajo, que no lo supedita a la ley sino a los dictados de su corazón. Eso fue lo que dijo el diputado Sergio Rodríguez, quien ahora se monta en su Rocinante, toma su lanza y sale a combatir la opacidad del gobierno de Yunes Linares: «Este Gobierno tiene que ser puesto en la palestra, tiene que ser transparente y deber ser por lo que nosotros apoyamos a la alianza PAN-PRD».
Uno infiere que, de no habérsele quitado la Comisión de Hacienda en el Congreso local, el diputado rojoperredista hubiera seguido trabajando con el corazón en la mano, permitiendo esa opacidad que hoy dice habrá de combatir. Vaya chabacanería, vaya falta de oficio legislativo de un sujeto que, como el tamo impelido por el viento, se mueve a su propia conveniencia.
Pobre y patético Sergio Rodríguez, toda su palabrería es para ver qué rescata del naufragio, es para ver si le dan un hueso o si le dan un pan o si se sienta a llorar a la puerta del zaguán.
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