El presidente López Obrador, al igual que Mary Shelley, creadora de la novela Frankenstein, quien tuvo que lidiar con un personaje que en ocasiones llegó a rebasarla, también se las tendrá que ver con un Ejército al que le ha dado todo. El hecho de saber que el Ejército mexicano espía periodistas y defensores de derechos humanos, en gran medida también es responsabilidad del Ejecutivo federal. No es poca cosa saber que el Ejército mexicano espía civiles, sobre todo aquellos que son señalados por la lengua y el dedo flamígero del presidente.
Y es que el presidente ha negado en múltiples ocasiones dicha práctica, aludiendo que son funciones de inteligencia. Lo cierto es que, el Gobierno Federal ha alimentado un monstruo muy poderoso que amenaza las libertades públicas más sagradas, como es la libertad de expresión y el derecho a la privacidad.
Desde luego sin contar el precio político que tendrá que pagar el gobierno de un presidente que, poco a poco, tendrá que darse cuenta de su desnudez, a la que por cierto, le ha negado y ocultado su séquito de aduladores y seguidores.
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