Edgar Hernández* / Una vez más queda comprobado que para los morenos la ineptitud es una virtud que paga.
Por primera vez en la historia judicial se desoye el mandato que rige al Tribunal Superior de Justicia y al Consejo de la Judicatura de respetar el “retiro forzoso” de los magistrados una vez cumplidos los 70 años -de acuerdo a la reforma avalada el 26 de diciembre de 2017- para hacer de la división de poderes un cochinero a modo.
Así, como les gusta.
Más, si recae en la presidenta del también llamado Poder Judicial.
El caso de la reelección de la magistrada presidenta Isabel Romero, que habrá de consumarse el próximo 20 de abril, por dispensa del legislativo si que llama la atención por el desacato jurídico y la poca higiene política.
Le pagan con largueza la disposición presupuestal del Tribunal que encabeza, al tiempo que aplauden el sometimiento a los magistrados a un recorte del 50% de sus salarios.
Asimismo, a Cuitláhuac le resulta maravilloso que le entreguen las reservas financieras del Consejo de la Judicatura por décadas intocadas, se de paso a un ejército de aviadores y recomendados del líder del Congreso del estado, Juan Javier Gómez Cazarín, y que la venerable “Chabelita” permita el manejo administrativo y financiero a la amiguita del primo hermano del gobernador, Eleazar Guerrero, la señora Joanna Marlen Bautista Flores.
Con tal disposición ¿cómo no permitir que, a pesar de que la ley mandata el retiro laboral forzoso de los magistrados a los 70 años, se permita a tan dispuesta dama seguir de florero?
Una dispensa de ley de parte del Poder Legislativo le permitirá seguir al frente del máximo tribunal judicial hasta el 2024.
En anteriores entregas dábamos cuenta del padecimiento cerebral de la magistrada presidenta, que da lugar al olvido temporal de sus actividades cotidianas, lo cual resulta conveniente para los afanes de propio López Obrador quien, vía subejercicios, dispone de una mayor bolsa financiera.
Como anillo al dedo les cae el olvido de chabelita.
Prosopagnosia es lo que padece Isabel Inés Romero Cruz -ahí está su nombre de corrido para que no se nos olvide- y su padecimiento en los hechos, se traduce en el olvido temporal y no identificar a las personas momentáneamente.
Son lesiones cerebrales bilaterales provocadas por un accidente cerebrovascular, por un tumor cerebral y, en menor medida, por traumatismos craneoencefálicos o infecciones que afectan al Sistema Nervioso Central.
Eso es lo que padece Isabel, a quien rescataron del anonimato meses para entregarle primero una magistratura sin contar con la experiencia ni el conocimiento necesarios –aun cuando ya había sido juez- para incorporarla casi en lo inmediato a la presidencia del Tribunal Superior de Justicia y Consejo de la Judicatura.
Celebremos pues, lo inteligentes que son los chairos. Ni Santa Claus hubiera podido lograr tanto.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
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