Democracia cara

Democracia
Procesos electorales en una democracia FOTO: WEB
- en Opinión

Fernando Padilla Farfán / Los procesos electorales dejan más interrogantes para la democracia que precisiones. Aún no hemos podido alcanzar, como país, una sociedad orgullosa en la forma de elegir a sus gobernantes.

Existen demasiados partidos en la competencia electoral. No está nada mal que haya múltiples opciones ideológicas para escoger la que más acomode a las preferencias políticas de la gente. Lo lamentable es que todos los partidos políticos que contienden reciben demasiados recursos públicos para financiar las costosas campañas, para posicionar en el ánimo de los electores a candidatos impopulares, debido a que regularmente no son los que prefiere la gente sino sus dirigentes. La opinión ciudadana poco cuenta.

Los principios ideológicos son parte del pasado. La moda es el pragmatismo. Las campañas carecen de imaginación y de estrategia. Optan por el discurso fácil: ofrecer empleos y denostar a rivales.

El colmo del oportunismo político se dio en un candidato que enviaba coronas florales a difuntos que ni siquiera conocía, para exhibir su nombre en el cintillo.

La pobreza de los proyectos de campaña ha derivado en que el tema del marketing electoral quede en una simple expresión de meras ocurrencias.

Los partidos políticos, como siempre, continúan secuestrados por pequeños grupos de usufructuarios del poder, que en secuencia van heredando a parientes y aliados los cargos de elección popular. No cabe la menor duda que los partidos políticos han dejado de cumplir su principal función que era la de ofrecer la oportunidad a ciudadanos preparados y con voluntad de servicio,  gobernar a sus pueblos.

No se ve el tiempo para un nuevo formato de democracia para México. El modelo de democracia que se practica en nuestro país esta desgastado, agotado, a pesar de que es relativamente joven; pero por ningún lado se observa otro que lo sustituya. El tejido social está severamente dañado. La política está en manos de políticos sin oficio político y sin compromisos con la sociedad.

Por cierto, nadie sabe la razón de la veda electoral durante los tres días previos al de la jornada electoral; periodo que es aprovechado por los grupos antagónicos para desplegar lo que se conoce como la “guerra sucia” usualmente promovida por actores anónimos, para dañar la imagen de los contrincantes.

Tampoco se saben los motivos de la aplicación de la “Ley seca” desde el día previo al de la jornada electoral, que prohíbe la venta de bebidas alcohólicas. Tal vez, los autores de tal iniciativa pensaron que alguien bajo los efectos de un whisky o un par de tequilas, pudiera votar en sentido opuesto a su decisión primaria, o tal vez armarse de valor y de plano no votar.

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