Los que pretendan dirigir o tomar las riendas del SNTE deben olvidar las viejas prácticas para llegar al poder. Si le están apostando al corporativismo, sencillamente están equivocando el camino. Las elecciones ya no serán por la figura del delegado, un sujeto que estaba supeditado a la dirección cupular a cambio de beneficios o prebendas económicas. El voto en bloque, por corriente o por escuela, deberá ser extinguido por completo si es que acaso se quiere una verdadera democratización en el SNTE. No se puede olvidar que los maestros fueron la mejor moneda de cambio; de manera descarada, la gran mayoría de los líderes sindicales los han usado para congraciarse con los gobernantes en turno.
Uno de los más grandes errores fue usar a las bases magisteriales para conseguir poder político. Se pervirtió el objetivo principal del sindicato, que era la defensa laboral y se puso en primer lugar los puestos públicos. Después del 2013, el SNTE se replegó nuevamente al gobierno en turno, apoyó la Reforma Educativa que de manera beligerante ponía al docente ante la disyuntiva de ser puesto a disposición si éste no justificaba su permanencia con un buen resultado. En ese contexto, la maestra Elba Esther Gordillo era puesta tras las rejas al retar al Gobierno Federal oponiéndose a la Reforma Educativa.
Hoy está al frente un comité ejecutivo que no ha defendido a los maestros, su apoyo a la Reforma Educativa es una afrenta difícil de olvidar, pero sobre todo no ha conseguido ningún incremento salarial digno, que aplaque el enojo contra los líderes sindicales actuales. Por esa razón, no es ninguna sorpresa que se resistan al cambio sindical, no quieren elecciones donde los maestros puedan votar libremente como lo exige la nueva Reforma Laboral. Es un hecho, el SNTE de Alfonso Cepeda Salas tiene miedo a una elección libre, donde haya piso parejo y donde el maestro exprese su beneplácito o repudio a la actual dirigencia.
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