Anoche López Obrador se fue a dormir feliz

Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB
- en Opinión

Bernardo Gutiérrez Parra / Como candidato a la presidencia de la República, Vicente Fox dijo que acabaría con las bandas criminales. Y ya como presidente, lo que hizo fue darle un manotazo al avispero de la delincuencia que trajo como consecuencia que a finales de su sexenio, aparecieran los primeros cercenados que conmocionaron al país. Algo jamás visto en épocas recientes.

Felipe Calderón llegó muy cuestionado a la presidencia y vio la manera de legitimarse cuando el gobernador perredista de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel, le pidió ayuda para enfrentar a la delincuencia en su estado. Felipe sacó al Ejército de los cuarteles y los mandó a enfrentar al narco lo que provocó encendidas reacciones de rechazo principalmente de la oposición.

Ante estas críticas el presidente advirtió que sin los soldados en las calles, los futuros gobiernos corrían el riesgo de ser infiltrados por la delincuencia organizada.

Calderón dejó la presidencia con 60 mil asesinatos dolosos, algo nunca visto en el país en tiempos de paz. Y sus palabras están resultando proféticas.

El plan de Enrique Peña Nieto fue no perseguir a los delincuentes con el argumento de que así disminuirían las matanzas, pero sucedió exactamente lo contrario. Aparte de ser uno de los presidentes más corruptos de que se tenga memoria, se fue dejando un reguero de 74 mil cadáveres producto de matanzas entre delincuentes (incluidas las muertes colaterales. Es decir, los asesinatos de gente inocente). Algo nunca visto en tiempos de paz en este país.

Cuando salió del Congreso de la Unión ya sin la banda presidencial, casi nadie puso en duda que su gobierno había sido infiltrado por el narco.

En resumen, lo que nos quedó de esos tres sexenios fue una espiral de violencia que ascendió en relación al sexenio anterior.

Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia con una rosa blanca en una oreja, collares de flores sobre el pecho y un mensaje de amor y paz para los criminales: Abrazos en lugar de balazos.

Y las consecuencias saltan a la vista. En apenas 22 meses, su administración está catalogada como la más violenta en la historia con más de 64 mil crímenes. Algo nunca visto en los primeros dos años de un gobierno en tiempos de paz en este país.

En contrapunto con sus antecesores, Andrés Manuel se ha valido del Ejército para construir un aeropuerto, tirar una selva por donde pasará un tren, detener a los migrantes en la frontera sur, administrar aduanas, hospitales y soportar a los maleantes. Nunca en su historia el Ejército Mexicano ha sido tan vituperado, agredido y humillado. Nunca ha tenido que aguantar tanto porque así lo ordena su Comandante en Jefe y nunca como ahora los delincuentes han gozado de tanta impunidad.

A López Obrador le cayó una pandemia que no ha sabido manejar; recibió la economía con un crecimiento del 2.0 por ciento y la tiene en -0.2 por ciento y bajando. La pandemia dejó en la calle a más de 4 millones de personas con empleo formal y multiplicó en 11 millones el número de personas en pobreza extrema.

Pero no hay una reacción de su gobierno. O la hay pero a la inversa.

México es de los países que peor ha combatido el Covid-19, pero tenemos en Hugo López-Gatell a un científico “que ha hecho un trabajo extraordinario, serio y profesional”. Con más de cien asesinatos diarios en promedio somos una de las naciones más inseguras del mundo, pero el Secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, “es un hombre íntegro y honesto que ha hecho un trabajo excepcional”.

Y de la economía ni para que te digo lector; los equivocados son los analistas internacionales y las casas calificadoras “que callaron como momias durante el saqueo. Nuestra economía va bien, estamos repuntando, ya vamos hacia arriba”.

Lo paradójico del caso es que por mucho menos que eso Peña Nieto, Calderón, Fox, Zedillo y Carlos Salinas, estarían a un paso del cadalso acusados de omisión, por no dar los implementos necesarios al personal médico que atiende a enfermos de Covid. De asesinato múltiple e incluso hasta de genocidio, por los 86 mil 893 muertos por la pandemia. De negligencia, por no abastecer de medicinas oncológicas a los niños con cáncer. De infanticidio, por la muerte de más de mil 600 de estos pequeños.

Esos presidentes estarían denunciados por clausurar un aeropuerto y una cervecera que dejaron sin chamba a miles de mexicanos; estarían siendo acusados de ladrones por desviar 64 mil millones de pesos de 109 fideicomisos y de abuso de autoridad por la desaparición de los mismos.

También serían señalados de autoritarios y represores por perseguir como criminales a deudores morosos y porque gracias a su Miscelánea Fiscal, tendremos una telefonía celular y un internet más lento, más caro y sin todos los servicios de comunicación. Además de uno de los más atrasados del mundo.

Pero López Obrador no sufre de esos sofocones, por el contrario. Ayer por ejemplo se fue a dormir feliz no porque el país marche bien, sino porque sus Dodgers ganaron por paliza el primer juego de la Serie Mundial a las Rayas de Tampa Bay.

Insisto en reiterar mi pregunta, ¿a qué santo le rezará el tabasqueño?

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