Rosario Robles celebra un año de estar en presidio enviando una carta a la opinión pública donde pregona su inocencia, aunque reconoce que se le acusa por omisión, más no por corrupción. Dice que lo suyo no merece prisión, pero sí merece. Rosario Robles está acusada de manejar de manera voluntariosa los recursos de dos dependencias públicas, la Secretaría de Desarrollo Social y la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano. Hay constancia de que, en su momento, el auditor superior de la federación, Juan Manuel Portal, le advirtió de los malos manejos de los recursos en ambas dependencias; Portal le advirtió de los desvíos de recursos y Rosario Robles no hizo nada.
Por eso merece prisión. Ella misma, en su carta de aniversario, reconoce que cometió delitos: «Llama la atención que soy la única en esta condición. A quienes se les ha acusado de delitos más graves se les respetan sus derechos, y a los delincuentes del crimen organizado se les ha dejado flagrantemente en libertad. La conclusión es clara: no se trata de un ánimo de justicia. Estoy aquí porque me llamo Rosario Robles. También porque soy mujer».
«Delitos más graves» dice la Robles, pero finalmente delitos. Pero ahora se hace la víctima, está en la cárcel por ser Rosario Robles, por ser mujer. No, ella está en la cárcel por omisa, por corrupta, por permitir el desvío de recursos al amparo de Peña Nieto, quien cuando se enteró que la estaban investigando por la estafa maestra le dijo: «No te preocupes Rosario».
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