César del Ángel, réquiem para un explotador; su legado con los 400 pueblos lo escribió con las heces de sus seguidores

Pueblos
Xalapa, Ver.- De nueva cuenta los integrantes de los 400 pueblos se pusieron a bailar frente a Palacio de Gobierno semidesnudos FOTO: PATTY BARRADAS/FOTOVER

Mi recuerdo más lejano sobre César del Ángel fue allá por los años 90’s, cuando escribía para la sección de cultura del Diario de Xalapa. Recuerdo que una tarde bajé al centro de la ciudad que había sido tomado por las huestes de César del Ángel. Lo que más me impresionó fue que estaban matando un puerco junto a una de las fuentes del parque y ya tenían la paila y la hoguera donde cocinarían al marrano. Entonces el parque Juárez hedía, un olor penetrante a excremento te seguía a donde fueras, como si de una nube de moscas se tratara. Atrás del monumento a Juárez, había heces sobre las heces; en lo que entonces era el estanque de los patos había heces sobre las heces; a un lado de los árboles había heces sobre las heces y adentro del viaducto había heces sobre las heces.

Eso eran los 400 pueblos, fabricantes de heces. Recuerdo que la impresión de esa tarde me empujó a escribir un artículo titulado “El plantón de los olores”, una crónica escatológica de unos sujetos que habían encontrado la manera más vil y baja para manifestarse. César del Ángel y los 400 pueblos alquilaron ese espectáculo escatológico y denigrante para lanzarlo como un insulto, una bofetada, a los enemigos políticos de un gobierno. César del Ángel explotó gente, fue un tratante de mujeres, niñas, niños y ancianos y nadie lo sancionó por ello.

No hubo DIF ni Instituto de la Mujer ni Instituto de la Senectud que le reclamara por el trato que daba a esos, nuestros semejantes. Antes bien, lo único que recibió ese sujeto vil fue dinero, dinero para hacerse más rico y comprar diputaciones para su hijo, familiares y amigos. Hoy ha muerto César del Ángel, púdrase la lengua del que diga que este sujeto fue un gran hombre, del que diga que este sujeto fue digno.

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