Juan Javier Gómez Cazarín arremete contra la Iglesia; ¡a ver cómo le va!

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Juan Javier Gómez Cazarín arremete contra la Iglesia FOTO: WEB

En el libro Las 48 leyes del poder, dice que el político debe tener la piel dura semejante a la de un tiburón, ya que de lo contrario, éste responderá a los ataques de manera desmedida y desbocada. Algo similar le está pasando al personaje que está al frente de la Junta de Coordinación de la LXV Legislatura, Juan Javier Gómez Cazarín. Resulta que el señor tiene piel de pollo, por cierto también tiene un negro pasado relacionado con la defraudación a compradores de autos, ya que también fue acusado de realizar obra de mala calidad en Hueyapan de Ocampo, pues resulta que ahora sale muy oriundo como toro de lidia y la agarra contra el vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, José Manuel Suazo.

Y es que al señor le ha molestado mucho las declaraciones que ha hecho José Manuel Suazo, referente al nombramiento del nuevo mandamás de la Fiscalía General del Estado (FGE), ya que para la arquidiócesis existen dados cagados y ha señalado que los diputados se exceden de sus funciones. Por esa razón, el personaje que ofreció tarjetas de Saldazo para comprar la presidencia de la Jucopo, ahora le dice a José Manuel Suazo que se dedique a atender a su feligresía y que deje el trabajo político a los que saben.

Y es que, Juan Javier Gómez Cazarín ya se siente el nuevo Benito Juárez y envestido con su atuendo liberal, le recuerda a la grey católica que el artículo 130 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos señala «que los ministros de culto no deben asociarse con fines políticos». Lo que este novel diputado olvida es que el artículo 19 de nuestra Carta Magna también garantiza el derecho de expresión y José Manuel Suazo, vocero de la Arquidiócesis, está en su pleno derecho de hacerlo. Cómo ve usted a este personaje, como dijera el finado y queridísimo Juanga «pero qué necesidad, para qué tanto problema». Mejor que vaya y le pregunte al mentado Bola 8, como le fue en su tirito con la iglesia, donde tuvo que recular y tragarse sus palabras.

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