Dicen que en política no hay casualidades, sino causalidades. Nunca imaginó Karime Macías de Duarte que el día jueves 17 de octubre de 2019 sería un día determinante en su vida. Quizá vio las noticias sobre las balaceras en Culiacán, se entretuvo revisando los noticieros y quizá mientras veía las noticias se le antojó una chapata con jamón serrano marca Jabugo y una copa de vino tinto Ribera del Duero. Pero nunca se imaginó Karime Macías que el operativo fallido para atrapar a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo Guzmán, iba a tener graves repercusiones para ella.
Todo indica que el gobierno de López Obrador se hartó de los señalamientos de impunidad y de ineficacia en el caso del narcotraficante que dejaron en libertad y decidió dar un ejemplo de justicia. Entonces alguien se acordó que Karime Macías de Duarte, quien tenía pendiente una orden de aprehensión y solicitud de extradición.
La oportunidad era de oro. A Karime Macías la tenían bien ubicada, porque sin ningún temor se movía por las calles de una zona exclusiva de Londres. No la agarraban porque no había voluntad; no la aprehendían porque querían aprovechar el momento, y que mejor momento que éste. Dice el abogado que Karime se presentó voluntariamente, pero la verdad es que a la exprimera dama de Veracruz la aprehendieron porque tiene cuentas pendientes
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