Los casos de nepotismo se enumeraron desde hace varias semanas en las notas periodísticas de varios columnistas; el caso más sonado, el primo de Cuitláhuac García, Eleazar Guerrero, encargado de los manejos de dineros en Sefiplan, quien también colocó a sus dos hijos en puntos estratégicos de manejo de recurso. Los casos de influyentismo también; contratos por adjudicación directa a parientes de diputadas, contratos por adjudicación directa a la empresa escondida de un superdelegado de Jalisco, contratos a empresas de reciente creación o el patrocinio de eventos Rotarios a familiares de una secretaria de Turismo.
Los casos de corrupción abundan en las Secretaria de Educación de Veracruz; la venta de concesiones de cafeterías escolares, venta de cargos públicos con jugosos sueldos, recursos manejados a discreción, incluso la cabalgante corrupción en el Cobaev que el periodista Armando Ortiz ha documentado y que nadie se ha atrevido a desmentir.
Son muchas las preguntas que se le pueden hacer a Andrés Manuel López Obrador. Información documentada hay de sobra. Se le puede preguntar incluso sobre las muchas dependencias que están inoperantes, que a seis meses de haber arrancado el gobierno no tienen camino ni rumbo. ¿Quién se anima a preguntar?
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