Perdónanos Arturo Bermúdez Zurita, no quisimos causarte tantas molestias; perdónanos por creer que eras un asesino

Bermúdez
Arturo Bermúdez Zurita del Sagrado Corazón de Jesús FOTO: ESPECIAL
- en Avenida Principal, Carrusel

Maestro Arturo Bermúdez Zurita, sirva la presente para enviarle un cordial saludo y de paso aprovechar para pedirle perdón por las tantas molestias que le hemos causado. Queremos decirle que hemos leído con atención su Presentación de Denuncia de Juicio Político y no nos quedó muy claro a quién quiere enjuiciar; suponemos que al Fiscal Jorge Winckler, quien es el que queda en activo en la función pública. Queremos decirle con atención que hemos leído su documento y no pudimos contener el llanto. ¡Por Dios, cuánto ha sufrido! Usted, un hombre tan honesto, que no sabe lo que es tortura, que no sabe lo que es matar a un inocente. Usted un hombre tan recto, que siempre trató a su prójimo con tanta empatía.

Allá que se quemen en el infierno los que inventaron que alguna vez usted se refirió a los compañeros con el «pinches periodistas»; que se consuman en lava ardiente los que lo acusan de tener algo que ver con la muerte del cantante Gibran; vaya usted a saber cómo es que su señal de celular fue a aparecer en sus instalaciones de la Academia de Policía. Que los gusanos devoren los ojos de aquellos que dicen que usted se enriqueció ostentosamente aceptando dinero de narcotraficantes.

Nos consta que una persona proba como usted, lo consiguió todo con el sudor de su frente. ¿Cuáles ranchos, cuáles empresas, cuáles casas, cuáles yates, cuáles helicópteros, cuáles empresas de seguridad, cuáles hoteles spa, cuáles edificios, cuáles cuentas en bancos extranjeros? Nada está a su nombre, todo pertenece a su familia que son gente de mucho trabajo, como su entenado, por ejemplo. Por favor, Arturo Bermúdez Zurita, perdónenos, después de leer ese documento que envió a todo mundo, particularmente a los del gabinete perdonador del gobierno entrante, sólo nos queda vivir con la culpa de alguna vez haberlo considerado un asesino.

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