Adiós al derroche imperialista, bienvenida la austeridad republicana de la Cuarta Trasformación

Derroche
Dos lados de una moneda, por uno, el derroche imperialistas de la clase gobernante; por el otro, la humildad de un pueblo que visita el hoy museo de la Residencia Oficial de Los Pinos FOTO: ESPECIAL

El derroche, la frivolidad y el lujo desvergonzado fue hasta el primero de diciembre la característica principal de los inquilinos de la que fuera la Residencia Oficial de Los Pinos. Se acuerda usted de las toallas de Marta Sahagún en el episodio conocido como el Toallagate, que no era otra cosa que el gasto que había hecho la esposa del expresidente de México Vicente Fox, Marta, al comprar unas toallas importadas con un costo de cuatro mil 25 pesos, cada una.

Después comenzaron a salir otros gastos como la compra de unas cortinas a control remoto por 17 mil dólares y sábanas que costaban más de tres mil 500 dólares, de acuerdo con información publicada por la Secretaría de la Contraloría. Pero la que se voló la barda fue Angélica Rivera, la aún consorte del hoy ciudadano Enrique Peña Nieto, quien usaba vestuarios de diseñador valuados en más de seis mil dólares.

Desde luego que cada quien puede hacer de su dinero lo que le venga en gana, sin embargo, esos gastos eran pagados con dinero de los mexicanos. Por esas razones, los mexicanos se alegran que se hayan abierto las puertas de Los Pinos y se conozca el lujo desvergonzado, para que jamás se vuelva a repetir tanto derroche.

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