La salida de Manlio Fabio Beltrones del PRI y la irracionabilidad de Aurelio Nuño, reduce la lista de aspirantes a la presidencia de la República. Por supuesto era más fácil que renunciara Manlio a que renunciaran los gobernadores corruptos que, a final de cuentas, son los más responsables de las derrotas en cada uno de sus estados.
En algún momento se le planteó esa opción al presidente Peña Nieto, pero éste, en su inexperiencia política, a sabiendas de que a él lo hicieron presidente a través de un proceso electoral desaseado, pensó que el PRI podría superar el desprestigio que los gobernantes en turno cargaban sobre los candidatos priistas.
Pero el hartazgo fue demasiado. Los ciudadanos de cada entidad, particularmente de Veracruz, demostraron no sólo su rechazo, sino repudio a esos virreyes que creyeron que cada estado era de su propiedad. Cae Manlio, uno de los capos con más poder en el país. Su partido no le acepta la renuncia, sin embargo el golpe dado, ni Dios se lo quita.
Caen también sus aspiraciones presidenciales, fortaleciendo con ellos las aspiraciones de Luis Videgaray, José Antonio Meade, pero sobre todo las de Osorio Chong. Sin embargo, si Osorio deja que Aurelio Nuño le incendie el país, entonces Osorio también caería.
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