Tenía que ser el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Este Tribunal ha cometido una cantidad de desaciertos a lo largo de los años y en cada proceso electoral que ya se duda de su honorabilidad. Uno supondría que los magistrados de este tribunal llegan no sólo por su conocimiento de las leyes electorales, sino además por sus aciertos al aplicarlas. Sin embargo, esta última decisión de dejar contender en la elección presidencial a Jaime Rodríguez Calderón, el Bronco, a pesar de las muchas, óigalo usted bien, muchas irregularidades que cometió al recopilar las firmas necesarias para ser candidato independiente.
Tan sólo si hubieran tomado en cuenta que el 58 por ciento de las firmas que recopiló eran apócrifas, con esta prueba y un poco de sentido común hubieran determinado que no se podía conceder una candidatura a un sujeto que con trampas intenta engañar al Instituto Nacional Electoral. Pero no sólo es eso.
El Bronco usó dinero salido de quién sabe dónde para hacer campaña y para pagar a los promotores que conseguirían esas firmas. A esto sume que algunos funcionarios públicos del gobierno de Nuevo león trabajaron para él en la recolección de firmas. Por eso preguntamos, ¿de qué le sirve al Bronco ir en la boleta electoral, si todo mundo sabe que llegó con trampas?
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