Jorge Flores Martínez / Ya están prácticamente listos los candidatos a la presidencia; tenemos por el PRI, a José Antonio Meade; por Morena, a Andrés Manuel López Obrador; por el PAN-PRD, a Ricardo Anaya.
Es la primera vez que en México los candidatos tendrán que hablarles a los que no les hablan, convencer a los que no quieren escucharlos y buscar el voto a los que nunca se los darían.
Meade tendrá que convencer a los millones y millones de antipriistas recalcitrantes; esos que, solo con mencionar al PRI les provoca náuseas y odios añejos. López Obrador tendrá que salir de sus mítines a modo y buscar en las plazas públicas a los que no creen en él, a los que solo su nombre les representa una regresión de décadas. Anaya deberá buscar el voto de todos los que ofendió, a los que no comprenden como conjugar los ideales de la derecha con los de la izquierda.
A ninguno de los tres les alcanza con lo que tienen, lo saben y por eso esas indignas coaliciones con partidos políticos impresentables. Ver al PRI con el PANAL, al PAN-PRD con Movimiento Ciudadano o a MORENA con el PES es un acto de desesperación política que no sé qué tanto sume, pero estoy convencido que resta y resta muchos votos.
Yo quiero ver a Meade hablando de la corrupción de los gobernadores de su partido, explicarnos como fue que la complicidad les permitió saquear impunemente sus estados. Jurarnos que no se van a repetir “Casas Blancas” o porquerías como los diezmos de Oderbrecht en PEMEX.
De igual manera, López Obrador tendrá que convencer a los que lo ven como un peligro para México y que no se tragan eso de “Honestidad valiente”. Hablar de inversiones y pesos sin ahuyentar los capitales internacionales y nacionales.
Anaya tendrá que convencer a los que dejó tirados en el camino a su candidatura, a los millones y millones de mexicanos que se sienten traicionados con la transición de Fox y Calderón.
Así que, los tres tendrán que dejar de ser quienes son y salir a la plaza pública con su mejor cara y las palabras escogidas una por una, que no ofendan a sus fieles seguidores pero que muevan a los que nunca votarían por ellos. Se tratará de una campaña de mentiras, convenciendo a incrédulos.
En Veracruz, aún en definiciones, el gobernador Yunes no encuentra el momento para avisarnos que su hijo es el elegido, no han podido construir el andamiaje adecuado para articular algo que parezca medianamente democrático en eso de que sea un hijo el que lo suceda. Es más, me parece que están reconstruyendo puentes de diálogo con otros actores como alternativas y, dejar lo del hijo para otra ocasión. La candidatura de Meade a la presidencia no estaba incluida en su proyecto político y es la razón de realizar algunos ajustes de último momento, en los que posiblemente no vean del todo mal que sea otro Yunes el sucesor.
Pepe Yunes parece el elegido por su partido, es difícil que lo tiren en esta ocasión; Héctor amenaza con el partido de Movimiento Ciudadano, pero solo es para vender caro su amor; Dante, es la mejor jugada en muchos años, parece que será nuevamente candidato y; de Cuitláhuac no hay la menor duda, ahora veremos cuanto es lo que realmente representa en votos para su partido.
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