Gabriel Deantes, el cínico que merece cárcel

Deantes
Gabriel Deantes Ramos FOTO: WEB

Hay profesiones que son bien pagadas, otras no son muy reconocidas. Una de las mejores pagadas es la de mapache y alquimista electoral. Gabriel Deantes Ramos, un simple vendedor de celulares, lo sabía perfectamente. Por eso cuando su primo Alberto Silva lo acercó al capo de capos, éste no dejó pasar la oportunidad de mostrar sus dotes como comprador de votos. Fidel Herrera le dio cobijo y rápidamente comenzó a utilizarlo.

Fidel lo puso cerca de su delfín, lo hizo asesor de Javier Duarte cuando éste despachaba en su oficina de Finanzas. Sus sucias artimañas y su hambre de poder y dinero salieron a flote cuando trabajo en la campaña para diputado de Duarte. Ya encarrilado, hizo amarres hasta con el diablo con tal de no perder la aprobación de la dupla maldita Herrera-Duarte.

Para Deantes, sus zapatos con medias suelas y sus camisas con el cuello gastado ya eran cosa del pasado, y más aún cuando logró pisar la oficina del kilómetro 4.5 que albergaba la Oficialía Mayor de la SEV. Ahí fue precisamente donde se hinchó de billetes y comenzó a construir la famosa Villa Meona.

Por eso nadie le cree que una artista venida a menos, como la Güereja, le haya prestado o donado más de dos millones a su esposa. Deantes merece cárcel, y es ahí donde los veracruzanos quieren verlo.

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