Creo que en estos momentos, los padres de los 43 normalista desaparecidos de la escuela normal rural de Ayotzinapa estarán preguntándose ¿y ahora qué?, después de que el testigo calve, Patricio Reyes Landa el Pato, declarara que su confesión se dio bajo presión y tortura por parte de las autoridades encargadas de investigar este caso.
De acuerdo con el portal Aristegui Noticias, la supuesta tortura del Pato —el principal testigo que fortaleció la “verdad histórica” oficial— es uno de 10 casos involucrados en la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa registrados por la agencia AP, en los que se sospecha prácticas de torturas para obtener confesiones. Cabe señalar que los 10 sospechosos presentaron un guion similar en sus declaraciones e incluso, en algunos se cree les dieron evidencia preparada.
Patricio Reyes Landa confirmó la muerte de los 43 normalistas, su incineración en el basurero de Cocula y haber arrojado los restos al Río San Juan. Ahora, Reyes Landa, el Pato, dice haber dado esas declaraciones por presión y tortura:
«En todo ese tiempo, que fue como dos horas y media de camino, llevé los ojos tapados y me fueron golpeando todo el camino… una persona me quitó la venda de los ojos y me mostró una fotografía de mi familia, de mis dos niñas, de mi esposa y mi hermano, y me dijo que si no hacía todo lo que me dijeran, iban a violar a mis niñas… Le dije que yo iba a hacer lo que ellos me dijeran».
Y después de esto, como los padres de los jóvenes desaparecidos, nada más queda preguntarnos ¿y ahora qué sigue, dónde están esos jóvenes, dónde buscarlos?, porque esta confesión era la pieza clave que sostenía la “verdad histórica” del Gobierno Federal. Las autoridades mexicanas nuevamente están en el ojo del huracán.
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