El coordinador y vocero de campaña de los candidatos de Morena se llama Andrés Manuel López Obrador. A pesar de que la autoridad electoral conminó de buena manera al tabasqueño para que se abstuviera de hablar de asuntos electorales, al presidente le valió una pura y dos con sal, ya que no sólo habla en su mañaneras de los logros de los gobiernos morenistas, sino que la agarra contra aquellos candidatos punteros, denostándolos y, como no queriendo la cosa, los tacha de corruptos y de faltos de ética. Por cierto, sus visitas relámpago a los estados lleva un tufo de apoyo electoral, sobre todo donde los candidatos de su partido no están levantando.
Lo cierto es que la que ya es considerada la campaña más importante de la historia en México, no sólo por la coyuntura que se vive en el país, ya que el partido en el poder podría perder la mayoría en el Congreso Federal, sino también por la inmensa cantidad de puestos que están en juego y por el sesgo de violencia en la que se desenvuelven los candidatos.
Se quiera reconocer o no, pero el Instituto Nacional Electoral (INE) hasta el momento se ha mostrado equilibrado y ecuánime en su papel como organizador y árbitro electoral, muy a pesar de la campaña de lodo que el propio Ejecutivo federal ha impulsado. Ojalá y que los resultados no sean motivo para seguir denostando al INE, y de motivo para denunciar un fraude donde no lo haya.
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