No se puede hablar de crecimiento cuando los indicadores marcan un 0.0 por ciento. Es decir, en una carrera de 100 metros planos, mientras otros ya están llegando a la meta, nosotros seguimos en la salida. Y no se trata de criticar para enervar a los chairos que se devanan los sesos para ver cómo contrarrestar esta noticia, que no pueden calificar de fake news, porque son datos del mismo INEGI. Claro, el presidente López Obrador dirá que él tiene otras cifras, que sus números son más halagüeños.
Quizá el presidente diga que crecimos un 0.1, 0.2 o 0.3 por ciento, pero la verdad es que sigue siendo muy bajo comparado con lo que prometió; porque ese es el parámetro que tenemos, el cuatro por ciento de crecimiento que prometió. Afortunadamente el presidente, de forma lateral, ya prohibió a sus huestes que dejen de estar comparándose con los gobiernos anteriores.
De manera valiente y congruente a la vez, el presidente López Obrador se responsabiliza por lo que pase o no pase en el país. Casi nueve meses después, este país requiere de unos ajustes, requiere de escuchar más, requiere de cumplir con sus preceptos morales y no de andar solapando a nepotistas, corruptos e ineptos.
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