¡Señores, yo no les debo nada!

Judicial
Los trabajadores del poder Judicial bloquearon la avenida Lázaro Cárdenas en ambos carriles de la ciudad de Xalapa para exigir al gobierno estatal pague las prestaciones salariales que ascienden a 50 millones de pesos FOTO: FRANCISCO DE LUNA
- en Opinión

Rafael Pérez Cárdenas / Tras semanas de manifestaciones y bloqueos, los ciudadanos empiezan a perder la paciencia. Por supuesto que para nadie es fácil, pero arremeter contra la gente, la que no tiene nada que ver con el desfalco estatal, es una estrategia poco sensata, sobre todo, porque hasta ahora, a nadie que haya encabezado un bloqueo les han cumplido sus demandas. La excepción ha sido el magisterio, y esto porque se trata de recursos federales y de un gremio que ya enfrenta un conflicto nacional.

Quienes tienen la esperanza de recuperar algo de lo perdido, desgraciadamente están perdiendo su tiempo, y nos lo están robando a nosotros. Está claro que no le van a pagar a los ayuntamientos, ni al OPLE o a los becarios; tampoco van a pagarles a los empleados del Museo Interactivo de Xalapa, a las viudas de policías que murieron en cumplimiento del deber, ni a los constructores; menos a los sindicatos. Tampoco a los vivales de las empresas fantasmas y a cientos de proveedores de bienes y servicios.

Mucho ayudaría a pacificar la situación entender que el gobierno no tiene dinero y no lo tendrá. La deuda no se va a reducir, por el contrario, en las próximas semanas crecerá desproporcionadamente. No habrá dinero para pagar los juicios mercantiles que se han perdido por despidos injustificados, las facturas por conciliar, los seguros de personas y vehículos que han retenido pero que no han trasladado. Tampoco para abastecer de medicinas los hospitales y pagar los 700 millones de pesos por el juicio que malévolamente perdieron con Finamed.

Hoy, el personal del gobierno del estado, prácticamente de cualquier área, está sin hacer nada. No salen de comisión porque no hay para viáticos; no realizan sus tareas cotidianas porque no hay recursos para obras y programas y sólo matan el tiempo esperando que la ruina los alcance. Acaso la Sefiplan y la Contraloría del Estado trabajan a marchas forzadas para tratar de cubrir con granos de arena los cráteres financieros que amenazan con hacer erupción de un momento a otro.

Por eso, el clamor general de los ciudadanos afectados por los bloqueos es el mismo: ¡Señores, yo no les debo nada! Se han equivocado en el destinatario de su represalia.

Por exagerado que parezca, el traslado de la plaza Américas de Xalapa al puerto de Veracruz se ha convertido en más rápido y eficiente que tratar de llegar de la misma plaza comercial a la Secretaría de Finanzas o al centro de la ciudad. En estas semanas, los xalapeños han perdido muchas horas atrapados en el tráfico insensato, perdiendo no sólo tiempo sino también mucho dinero.

Insisto. Los bloqueos no van a resolver sus problemas. La actitud desesperada pero desafiante de los manifestantes no les deja ver que han perdido legitimidad y que los ciudadanos comunes empiezan a festinar la desgracia ajena como una forma de revancha silenciosa: “ojalá y no les paguen”, se oye cada vez con mayor frecuencia.

Y mientras, el gobierno, en su insolente displicencia, observa el caos social que ha generado. En cada marcha, en cada bloqueo, no hay siquiera un operativo que ayude a agilizar el tráfico; algún sentido común que evite que los automovilistas lleguen a los puntos más caóticos. El gobierno hace mucho que dejó de ser gobierno y los ciudadanos no queremos entender, que en la orfandad institucional, debemos encontrar la solución entre nosotros mismos.

Sé que es un grito en el desierto. Que conforme se agote el tiempo y la esperanza de cobrar lo que se adeuda, la situación será cada vez más complicada. Pero no podemos resignarnos a ser rehenes de nosotros mismos, en nuestra propia ciudad. Paralizar la vialidad y la actividad cotidiana de los ciudadanos los convierte precisamente en lo que dicen combatir: la irresponsabilidad.

 La del estribo…

 Y ante el caos, preocupa el doble discurso del gobernador electo. Mientras en entrevista con el periodista Jorge Fernández Meléndez se desgarra las vestiduras por la corrupción imperante en el estado, al mismo tiempo, en redes sociales circulan fotografías en amena charla con diputados federales a los que se dice dispuesto a encarcelar.

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