Cada vez son menos

- en Opinión

Filiberto Vargas Rodríguez / Según el analista político Carlos Ramírez, en Veracruz existe una estrategia real, una alianza entre varios poderosos grupos locales con el fin de frenar “la consolidación de los Yunes como nueva dinastía política familiar”.

Esta estrategia “anti-yunes” –según el propio Carlos Ramírez- es encabezada por el Gobernador Javier Duarte, quien andaría en busca de una candidatura de lealtad, alianzas y sobre todo diferente… “o el PRI tendría que cederle el poder estatal a los Yunes”.

La versión no es nueva. Se conoce aquella expresión atribuida a Fidel Herrera, el jefe político del clan que actualmente gobierna en la entidad: “Nunca un Yunes gobernará Veracruz”.

En fechas recientes, la oportuna advertencia del senador José Yunes Zorrilla encendió las luces de alerta sobre una eventual estrategia para sacarlo de la contienda por la sucesión en el 2016.

En aquel momento el legislador oriundo de Perote dijo estar dispuesto a soportar la cargada, la coacción del voto y hasta la fuerza del aparato gubernamental, pero aclaró que si con todo eso él ganaba la candidatura y se presentaba un veto hacia su persona, entonces por dignidad abandonaría el partido o decidiría respaldar a un candidato de otro organismo político.

Al margen del error común de atribuir un parentesco sanguíneo a todos lo que se apellidan Yunes, lo cierto es que hoy hay seis personajes con ese apelativo en las más altas esferas de la política nacional, todos veracruzanos y todos con aspiraciones.

En la actualidad los tres senadores que representan a Veracruz llevan ese apellido: Por el PRI, José Yunes Zorrilla, Presidente de la Comisión de Hacienda, y Héctor Yunes Landa, quien encabeza la Comisión de Protección Civil. Por el PAN, Fernando Yunes Márquez, al frente de la Comisión de la Defensa Nacional. El padre de este último, Miguel Ángel Yunes Linares, es diputado federal, quien además tiene a otro de sus hijos, Miguel Ángel Yunes Márquez, como alcalde de Boca del Río, uno de los municipios de mayor dinamismo económico en el país.

Uno más con ese apellido es el diputado federal por Córdoba, Marco Antonio Aguilar Yunes, quien además es compadre del actual Gobernador de Veracruz.

En la carrera por la sucesión del 2016 destacan tres de estos Yunes. José Yunes Zorrilla, Héctor Yunes Landa y Miguel Ángel Yunes Linares aparecen en la delantera de cualquier estudio de opinión.

Tanto en el caso del PRI, como en el del PAN, sólo que se tomaran en cuenta factores ajenos a su posicionamiento entre los potenciales votantes se podría pensar en que alguien distinto a ellos obtuviera la nominación.

Pero todo puede pasar, y hay quienes no ven tan complicada una negociación (en el caso de los Yunes priistas) para convencerlos de que busquen su oportunidad en el 2018, con el atractivo de que sería una gubernatura de seis años.

Punto interesante del análisis del periodista Carlos Ramírez es que sube a la contienda al diputado federal por Tuxpan, Alberto Silva Ramos, de quien dice que comienza desde abajo y que pudiera conjugar el respaldo de los grupos políticos que se oponen a la llegada de los Yunes, ante lo que el mismo Ramírez llama la “reducción de las barajas sucesorias locales”.

Alberto Silva ha sido, con mucho, el más activo de los nuevos legisladores veracruzanos. No se ha limitado a encabezar la ofensiva contra Miguel Ángel Yunes Linares. Ha asumido la representación de la bancada priista veracruzana en todos los temas, opacando seriamente al coordinador formal de todos ellos, Érick Lagos Hernández.

Así, la disputa por la candidatura del PRI al gobierno de Veracruz en el 2016 parece limitarse a tres personajes: Los senadores José y Héctor Yunes, como las opciones “del centro” y Alberto Silva Ramos, como la propuesta local.

El momento de las definiciones está muy cerca.

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