Ni a cuál irle, tanto Yeidckol Polevnsky como Bertha Luján resultaron ser unas desalmadas, unas hamponas de tercer mundo que censuran periodistas, amagan a los militantes y aplauden fraudes, así como amenazan a aquellos que contravienen sus intereses. Inmediatamente después de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación anuló la elección interna del partido Morena, la presidenta del Consejo Nacional de ese partido y aspirante a dirigente nacional, Bertha Luján, amenazó con investigar a los siete magistrados que votaron por anular las elecciones internas de ese partido.
Vale señalar que durante las asambleas para elegir delegados hubo de todo: trifulcas, gritos, sillazos, golpes, robo de urnas y hasta balazos. No hubo estado donde no se dieran estos casos. Y así quería la señora Luján que le validaran sus elecciones internas.
No por nada el presidente López Obrador les ha dicho que, si no se comportan, si abandonan los ideales que fundaron al partido Morena, el mismo renunciaría a su militancia. Pero ese llamado de atención del líder moral de Morena no ha servido para nada, porque los dirigentes de este partido, así como muchos militantes en puestos relevantes, se han vuelto locos con el poder en sus manos.
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