Duarte, voto, veto o bote

- en Opinión

Édgar Hernández* /

“¡Debería solicitar licencia!”, reclamo ciudadano

Duarte, ¡Tú fuiste!..

Fue el señalamiento popular que dio la vuelta al mundo tras la cruenta ejecución del fotoperiodista Rubén Espinosa Becerril, ese infausto 31 de julio con lo cual prácticamente la sociedad civil veracruzana dio por concluida la gestión gubernamental de Javier Duarte.

A la vista de no pocos terminó su mandato.

Y es que a partir de ese 31 de julio todo lo que ha hecho, dejó de hacer o ha tratado de componer ha carecido de credibilidad. Nomás no se admite legitimidad e incluso amplios sectores de opinión lo han llamado a que solicite licencia a tan relevante responsabilidad.

Para desgracia, la muerte anteayer de otro periodista en Orizaba se ha sumado a la crispación social que vive Veracruz.

Y si en lo político de algo había servido “arrasar” en la pasada elección para influir en el proceso de selección del candidato a sucederlo en el 2016 el rebote internacional, nacional y estatal dieron al traste a todo derecho de votar por su favorito, a vetar al indeseable e incluso quedó cerrado su derecho de opinión.

Vaya ni para sugerir.

¿A quien de la clase política, de la oficina de Luis Videgaray o la de Osorio Chong, ni siquiera la del amigo Aurelio Nuño o al mismísimo Enrique Peña Nieto o el PRI nacional le podría interesar o tomar en cuenta la opinión de Javier Duarte, hoy marcado por un estigma indeleble?

Todo ello sin contar el desgarre de la clase política y los pleitos personales con los Yunes

En el rebote político electoral, tras el asesinato del colega Rubén Espinosa Becerril, no queda a la Federación otra opción que transitar por los caminos de José Francisco Yunes Zorrilla, quien no está marcado por el desprestigio ni desgaste de un inédito sexenio.

Yunes Zorrilla de manera por demás hábil ha guardado distancia al Duartismo y al propio mandatario, quien se ha empeñado en buscarlo, saludarlo y tomarse una foto con él, pero solo ha recibido por respuesta la fría mirada de Pepe, la cortesía a secas y el no aplaudirle nada que provenga de él.

Todo eso, al igual que las descalificaciones a su régimen, han congratulado a Pepe con amplios sectores de la población.

Es por ello que nunca como ahora cobra vigencia la célebre frase de Carlos A. Madrazo cuando sentenció que “Si el pueblo, a medio día dice que es de noche, hay que encender las farolas».

Ya mismo y a pesar del empuje mediático “¡síganme los buenos!” en favor de Duarte de los tristemente célebres “Ginos”, de los “gatos de angora” del DF, López Dóriga, Sarmiento, Ciro Gómez Leyva y Ricardo Alemán, así como el chayotero Pepe Cárdenas y la fauna de MVS, la imagen de Duarte no levanta.

El “¡Tú fuiste!” le quedó tatuado en su piel.

Y todo lo que haga para demostrar inocencia ha resultado inútil. Sigue siendo señalado. Es la percepción la que reprueba todo lo que proviene de él.

Así, toda acción de gobierno implementada por su administración desde el pasado 31 de julio ha carecido de valor. Sus reiterados señalamientos de respeto a la libertad de expresión, las garantías que ofrece, las promesas de nuevas épocas de bienestar con seguridad… nada, absolutamente nada le da credibilidad.

A ello se suma ese temor, ese riesgo latente -molesto como piedra en el zapato- de que cada vez que asista a un acto público pudiera ser objeto de insultos o señalamientos, si no es que de jitomatazos.

De ahí el nerviosismo de sus guardias que le apartan y golpean a todo a quien se le acerca, incluso a los trabajadores de la lente que van por esa foto incómoda, donde gesticule, donde se le vea enojado o en ademanes autoritarios.

Sus anteojos rojos y su reloj del mismo color, su peinado y sobrepeso, la ropa que viste… nada gusta. No hay empatía. Pero además queda comprobado una vez más, que ni los de su clase apuestan por él ¿Quién de su gabinete ha salido a defenderlo? ¿Quién que no sea por orden del propio gobernador ha salido a dar explicaciones y una ferviente defensa política de su mandato?

Nadie.

Lo que está sucediendo en Veracruz y sus políticos, mafia incluida, de cara a una muy molesta ciudadanía en mucho recuerdan al “El Padrino” de Mario Puzo, quien –tras la muerte de su hijo Santino- advierte a los capos que controlan Nueva York:

“Quiero decirles que si mi hijo resulta herido de muerte por un rayo, culparé de ello a los aquí reunidos; si su avión cae al mar o su barco se hunde en las profundidades del océano, si contrae unas fiebres mortales o su automóvil es arrollado por un tren, mi ridícula superstición me hará creer que la culpa la tienen ustedes”.

Así está Duarte.

Ha sido colocado por la ciudadanía como el responsable de todo lo malo que nos sucede. No hay clemencia. Tampoco crédito… y el asunto empeora por inopinadas justificaciones que no hacen más que acrecentar la irritación social.

Queda claro pues, que en Veracruz el tema de los culpables o el culpable de la muerte de 15 periodistas es una cuestión de percepción. De ahí el “¡Fuiste tú!”.

Por ello el señalamiento que le viene muy a modo de que si pueblo ya dijo a medianoche que es de día… pues a chingarse.

Eso en lo político, porque en lo social de nuevo salen a cuenta enormes pendientes; el saldo con los desposeídos. Su programa central ¡Adelante! en favor de la lucha contra el hambre ya arrojó resultados, 500 mil nuevos pobres en los últimos cinco años.

Veracruz vive en un estado de miseria.

No hay medicinas para los niños, en los hospitales no hay ni para las aspirinas, el DIF está prácticamente paralizado y el cemento de los pisos firmes se lo llevaron a los priistas que se mocharon con su voto el pasado 7 de junio.

Las endemias regresaron, las enfermedades virales azotan a millones de veracruzanos y las pensiones dejaron de entregarse “por errores administrativos”.

Son tantos los pasivos que el espacio no alcanza.

Imposible, sin embargo, dejar de largo el brutal déficit financiero en donde no se sabe si la deuda pública es de 42 mil millones de pesos o 140 mil millones como se afirma en el Congreso del Estado. Vaya el mismo diputado Ricardo Ahued localizó hoyos de deuda por 82 mil millones de pesos.

Todo enmarcado en una total inseguridad pública.

El imperio de los Zetas, que dominan regiones completas: Córdoba-Orizaba; Xalapa-Coatepec; Veracruz-Boca del Río, y Minatitlán-Coatzacoalcos.

¿Cuántos periodistas asesinados se suman a la estadística de este fin de semana?

Ya son 15 los ajusticiados por juntarse con los narcos, por tener amantes asesinos, por fumar churros y “no portarse bien”, como dirían los clásicos. Al momento de escribir estas líneas un periodista de Orizaba, Juan Heriberto Santos Cabrera, era acribillado presuntamente por los Zetas.

Y de nuevo la embestida contra Javier.

Es una escalada en donde muy seguramente habrá total deslinde del gobierno, pero siempre persistirá ese tufillo de sospecha; ese reiterado culpar y sacrificar al gobernador quien en lo que resta de los escasos 14 meses que le quedan de vida política jamás podrá retirar de su piel la marca que lo inculpa.

Ese maldito destino que lo señala para siempre y que con él arrastra a toda una cauda de jóvenes ambiciosos de poder y dinero, de mucho dinero, pero qué digo mucho, muchísimo dinero… hasta que las alforjas se desborden.

Y a todo ello ¿Qué dirá el señor Fidel Herrera Beltrán?, este tristemente célebre político a quien le pasó lo mismo que a Luis Echeverría a quien su sucesor José López Portillo, lo mató y enterró.

Qué diría el otrora tan popular, populista, Tío –vaya apodo-, el de Nopaltepec, el “alias” Nauyaca, cuando la tarde del pasado 31 de julio su fiel soldado Joel Arcos le llamó para decirle: “¡Jefe, ya se quebraron a otro periodista!”.

Seguro que lo primero que vino a su mente es el ¡”Ya nos chingamos!”… a la mierda todo lo ganado el siete de junio y para lo que viene (pensaría) “¡seguro nos van a dejar afuera!”

Y, en efecto, todo indica que así será

En un escenario tan convulso y a la luz de los trágicos acontecimientos, pocas posibilidades se le ven a Erick Lagos Hernández y en caso de que Héctor Yunes Landa se lleve el premio mayor difícilmente le tendrá a Fidel y a sus seguidores las mismas consideraciones que le guardó el hoy cuestionado Javier Duarte.

Habrá que insistir que con la muerte del periodista Rubén Espinosa, Fidel Herrera también iría al sepulcro al cerrarse el círculo de la Fidelidad en Veracruz para no regresar jamás.

Así, quien esperó casi medio siglo para ver culminada su gran obra transexenal solo deja en su epitafio: “¡Me equivoqué al elegir a mí sucesor!”

Tiempo al tiempo.

*El columnista es Premio Nacional de Periodismo

 

Todos los derechos reservados. Este material no puede ser publicado, reescrito o distribuido sin autorización.