Los desatinos de Hipólito
Primero llama a las madres solteras una plaga, él, un representante de la iglesia que cuando casa a una pareja declara: “Lo que ha unido la santa iglesia que no lo separe nadie”. Si la iglesia fuera un respaldo moral para las parejas no habría manera de desunirlas, no habría divorcios. Pero la iglesia, con toda su historia oscura se ha convertido en un asunto meramente ornamental. Se le olvidan por un momento las acusaciones que existen en contra de los curas pederastas y sin empacho encabeza una marcha para abogar por el matrimonio tradicional entre un hombre y una mujer, mostrando con ello su repudio a los matrimonios entre personas del mismo sexo. Pero es el Estado el que brinda esa garantía a las personas; la iglesia, a menos que las parejas del mismo sexo quieran casarse en sus iglesias, debería ser respetuosa a esa determinación. Pero Hipólito quiere ser santo y este tipo de martirio mediático le sienta bien para llegar primero a beato.