Gobernador Yunes Linares pide disculpas por abuso de ministeriales y pide su actúe contra ellos
El gobernador Miguel Ángel Yunes Linares reconoce que, en el estado de Veracruz, así como en todo el país, la exigencia mayor de los ciudadanos es por seguridad, es por ello que, al iniciar la supervisión de obra del Centro Integral de Justicia en Playa Linda, pidió disculpas a la doctora que estuvo a punto de ser detenida por dos policías ministeriales que se equivocaron de persona.
Ese caso que menciona el gobernador sucedió la mañana de este lunes en el café La Parroquia de la calle Ruiz Cortines de Boca del Río, donde dos ministeriales intentaron llevarse por la fuerza a una doctora que, de no ser por la intervención de los comensales, se la hubieran llevado y es que la intervención de ellos dio tiempo para que éstos se dieran cuenta que estaban equivocados.
El gobernador dijo en su discurso que si el gobierno se da cuenta que se equivocó, rectifica. Ha trascendido que los ministeriales que se equivocaron ya fueron destituidos.
Finalmente se casó el Cisne, y se casó con Cindy, quien por cierto merece todo nuestro respeto, pues ella no tiene la culpa de las acciones de su ahora marido. La boda, dicen los que fueron, estuvo muy padre, muy de primer nivel, muy romántica y muy llena de exduartistas, según nos comenta el periodista Quirino Moreno quien, para no errar el tiro, se templa en la paciencia y dice que pronto nos dará los nombres.
Cuántos patriotas surgieron espontáneamente, y es que de repente todo mundo quiere ser presidente de la República; ¡como si fuera tan fácil. De acuerdo con el último registro del Instituto Nacional Electoral, se han inscrito 85 candidatos independientes que tendrán que juntar algo así como un millón de firmas; vaya, ni siquiera les va a alcanzar la lista nominal, porque sólo hay 82 millones con credencial de elector, y son 85 millones de firmas las que se requieren para inscribir a estos 85 patriotas como candidatos independientes.
Las diferencias surgidas entre el gobernador y el periódico La Jornada no se pueden dirimir dándole a uno la razón y quitándosela al otro. De hecho, esos roces ni siquiera deberían darse. No queremos en el estado a un mandatario como Donald Trump que, ante las cosas con las que no está de acuerdo, califique a La Jornada como un medio que publica “fake news”. Pero tampoco queremos medios de comunicación que contaminen su punto de vista o inclinen su criterio a partir de la atención que el gobernante les esté dando.
El punto de vista no puede ser mentira. El punto de vista se basa en la perspectiva que toma uno para advertir la realidad. Podemos subir a una loma y otear el horizonte y la realidad será otra si contemplamos el horizonte desde una ventana. Otear el horizonte desde una loma siempre nos dará una mejor perspectiva, nos brindará una focalización diferente que si las cosas las miramos desde un cuarto cerrado. A veces, porque no se toma el punto de vista del otro es que las cosas fallan. Por ejemplo, la Reforma Educativa.
No es fácil definir la mentira, los simplistas sencillamente dirán que la mentira es lo contrario a la verdad. Pero entonces caeríamos en un dilema más grande: ¿Qué es la verdad? En todo caso mejor tratar de definir la mentira que sucumbir a la frustración de definir la verdad. Ahora bien, ¿y si en lugar de señalar lo que para nosotros es mentira, por qué no empezamos por decir lo que para nosotros no es la mentira? Hay dos aspectos de la verdad que podríamos explorar: la crítica y el punto de vista.
Sara Ladrón, rectora de la Universidad Veracruzana (UV), es una de esas funcionarias a la que le gusta dormir en un panal de avispas, cree que como su sangre es amarga, éstas no la van a picar. Eso lo decimos porque ante la decisión de poner a Rodolfo “Chico Julio” Mendoza en Difusión Cultural de la UV, son muchos los aguijones que se le están clavando. De entrada, la familia de Sergio Pitol, quien tuvo que sufrir las infamias de Rodolfo Mendoza, no va a dejar de manifestar su repudio ante la designación de este sujeto en nuestra máxima casa de estudios.
Atrás quedaron los años de medianía, cuando Alejandra Barrales Magadaleno, vestida con un uniforme azul y con un gorrito coqueto, ofrecía almohadas para la cabeza o insistía en probar un wiski en los viajes de primera clase. La simpática sobrecargo se hizo la representante sindical y de ahí pal’ real la cosa cambió para ella.