El paso del huracán categoría cinco en la ciudad de Acapulco quebró los ánimos de la gente que visitaba este paradisiaco lugar. Y es que si se recorren las calles podrás encontrar escombros tirados y caras largas. Sin embargo, los ánimos poco a poco recobran vida y algunas playas empiezan a tener visitantes. A pesar de la tragedia provocada por la madre naturaleza, los turistas saben que fueron a disfrutar y por eso se lanzaron a ver los bellos atardeceres al mar.
Todo lo están reconstruyendo y por ende algunos productos se venden muy caros. Una señora que fue entrevistada por un medio local aseguró que un refresco grande lo adquieren por ochenta o cien pesos. Esto claro por el desabasto de víveres en la zona.
El pasado fin de semana tiendas de autoservicio, taquerías y bares abrieron otra vez sus puertas al público. Acapulco con pequeños pasos volverá a hacer lo que era antes. Como dice el refrán: “Después de la tormenta viene la calma”.
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