Todo lo están reconstruyendo y por ende algunos productos se venden muy caros. Una señora que fue entrevistada por un medio local aseguró que un refresco grande lo adquieren por ochenta o cien pesos. Esto claro por el desabasto de víveres en la zona.
El pasado fin de semana tiendas de autoservicio, taquerías y bares abrieron otra vez sus puertas al público. Acapulco con pequeños pasos volverá a hacer lo que era antes. Como dice el refrán: “Después de la tormenta viene la calma”.