Una de las estrategias del gobierno federal para hacerse de recursos está en exprimir a estados y municipios. El gobierno de López Obrador ocupa miles de millones de pesos mensuales para surtir a sus clientes electorales, los adultos mayores, los jóvenes construyendo el futuro, los campesinos y las supuestas reforestaciones, los estudiantes y sus becas Benito Juárez, las madres solteras y otras más. Para ello debe simular que entrega recursos presupuestales a estados y municipios, pero al final esos recursos son regresados vía el subejercicio presupuestal.
El presidente de México ha dicho: “Si ya estoy pensando que le vamos a dar otra vuelta a la tuerca, porque hace falta darle más al pueblo y a ver si es posible pasar de la austeridad republicana a una fase superior, que podría llamarse pobreza franciscana”.
Su austeridad republicana es la que ha estado aplicando, quedándose con los recursos de estados y municipios, la política de “pobreza franciscana” sería exigir a los estados y municipios que tiene controlados, a que le devuelvan más dinero. Al final los pobres franciscanos serán los de las clases medias, que son los que sostienen este país.
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