Resulta extraño que, si el presidente López Obrador ya dio la orden de que el proceso de José Manuel del Río Virgen se lleve apegado a derecho, en la Fiscalía sigan con sus sucias artimañas tratando de retrasar su liberación. El reporte indica que de manera cínica el fiscal del caso se anda escondiendo para retrasar el proceso. Llama la atención que de manera descarada se pretenda no hacer caso a la palabra del presidente López Obrador, a menos que el presidente sea un embustero y esté mandando señales a valores entendidos.
Es decir, desde su púlpito en la mañanera López Obrador predica honestidad, apego a derecho e incorruptibilidad, pero bajita la mano, como si fuera el cátcher que manda señales al pitcher, el presidente les esté diciendo que se hagan pendejos, que retrasen el caso lo más que se pueda para cobrar a Ricardo Monreal las muchas afrentas que, desde su perspectiva, le ha hecho.
De modo que cuando el presidente de México dice: «Es un asunto del Estado y ellos van a resolver, y ojalá y sea con apego a la ley, es lo que puedo decir», en realidad está pidiendo que José Manuel del Río Virgen siga como preso político en Veracruz, el Paraíso de la honestidad en la Cuarta Transformación.
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