Es decir, desde su púlpito en la mañanera López Obrador predica honestidad, apego a derecho e incorruptibilidad, pero bajita la mano, como si fuera el cátcher que manda señales al pitcher, el presidente les esté diciendo que se hagan pendejos, que retrasen el caso lo más que se pueda para cobrar a Ricardo Monreal las muchas afrentas que, desde su perspectiva, le ha hecho.
De modo que cuando el presidente de México dice: «Es un asunto del Estado y ellos van a resolver, y ojalá y sea con apego a la ley, es lo que puedo decir», en realidad está pidiendo que José Manuel del Río Virgen siga como preso político en Veracruz, el Paraíso de la honestidad en la Cuarta Transformación.