La cultura autoritaria de los gobernantes mexicas no ha desaparecido, ésta atraviesa siglos y perdura en la envestidura presidencial del actual Ejecutivo federal. Cuando algún funcionario o enemigo del gran Tlatoani caía en la ignominia, éste inmediatamente era apartado para sacrificarlo públicamente a los poderosos dioses mexicas. Hoy, si algún funcionario de la 4T no concuerda con el presidente o si lo contradice, inmediatamente cae en la ignominia y pierde la venia presidencial, su futuro será incierto y no sólo eso, la fauna de seguidores y aduladores se le irán a la yugular para que el gran Tlatoani se complazca ante tanta adulación abyecta.
Y es que, tal parece que al Ejecutivo federal le cuesta reconocer la línea entre un funcionario público dependiente del Gobierno Federal y de un periodista que depende de la iniciativa privada. Él puede y es su deber conocer los resultados del trabajo de sus subalternos, debe saber cuánto ganan y velar para que se conduzcan en la sana medianía.
De modo que el dislate que cometió al exigir conocer el sueldo de un periodista fue obvio, y por lo mismo, fue exhibido por el Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI), dejándolo como un presidente que no conoce la ley. Ojalá y que el Ejecutivo federal haya aprendido esta lección y se dé cuenta que ya no estamos en los tiempos autoritarios de la cultura mexica.
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