Señaló el impotente presidente de México: «Estamos revisando este asunto porque, en efecto, sobre todo se ve en la Ciudad de México y en otras partes, pero aquí es notorio que están los precios arriba, sin justificación, porque se tiene un subsidio. Lo que pasa que no se traduce al consumidor, se queda en el intermediario». ¿Cómo? ¿Entonces el presidente no sabe por qué está tan cara la gasolina? Lo que es peor, el presidente no puede bajar el precio de la gasolina. Entonces, ¿para qué es presidente?
A manera de justificación y a manera de consuelo, López Obrador dijo: «Si esto está pasando tiene que ser transitorio, porque el compromiso, y los compromisos se cumplen, es que no aumente el precio de las gasolinas por encima de la inflación, nunca, o mientras estemos nosotros en el gobierno». No, el compromiso no fue «que no aumente el precio de las gasolinas por encima de la inflación», el compromiso fue bajarlo a 10 pesos el litro.