Edgar Hernández* /
¡Este es un relato imaginario!
-¿Cómo nos fue éste mes?-
-¡Mal!, jefe-
-¿Qué tan mal?-
-Pues en la cola?-
-¿Cuál cola?-
-La de los peores -.
-¿Días malos, no?-
-Pues, más bien meses malos; hace 20 meses que no salimos del hoyo-.
-¿20 meses? No puede ser. Pues, ¿cuándo llegué?-
-Hace 20 meses, señor-.
-¿Y siempre en la cola?-
-¡Sí, señor gobernador! A veces nos toman la delantera Barbosa o Cuauhtémoc Blanco, pero usted es inamovible del antepenúltimo al penúltimo y no tardando les gana a todos-.
-¡No puede ser!.. Ha de ser mala fe de esos de Arias ¿Qué dice Mitofsky?-, pregunta al acomedido.
-Pues nada, que la única vez que Mitofsky lo colocó en el lugar 15 de los 32 gobernadores la encuestadora perdió toda credibilidad y clientes hasta que lo regresaron al lugar 25 y luego al 28-
-¿Y qué dice Gatell?-
– ¿Gatell?
-¡Si, Gattel, Gattel!- devuelve con enojo para reponer: –Ese cabrón, seguro, nos ha de tener en buen concepto-.
-Pues, no se ofenda jefe, pero él opina que su gobierno es el que peor ha llevado el manejo de la pandemia. Pero no hay apuro, ahí le va una buena, le recuerdo que el señor Presidente dice que usted ¡Está bendito!-.
-¡Es cierto y me ha dicho que soy honesto, así que estando bien con Dios que tiznen a su madre los angelitos!
Y sí.
Pasa un mes. Le sigue el otro. Y uno más, sea pandemia o no, y no pasa nada en el ánimo gubernamental. Ni pa´bien, ni pa´mal, mientras Cuitláhuac no se mueve de la cola.
No tiene empeño por mejorar. Le vale un soberano rábano se hable bien o mal de él; igual que se diga que tiene a toda su familia en el gobierno; que está rodeado por una bola de corruptos o que siete cárteles gobiernan con él.
Y es que éste singular gobernante trae su propio plan, un plan ranchero.
Los fines de semana –excepto el sabadaba- se va quesque a inaugurar unos metros de carretera inexistente, a visitar hospitales donde no hay contagios de Covid-19 o asiste a reuniones de seguridad en donde el acuerdo es que vamos ¡A toda madre!
Se autoengaña y piensa que la ciudadanía piensa igual que él.
La irritación social, sin embargo, crece en el día a día y aunque entre la ciudadanía hay más buenos deseos, deseos para que Dios mediante se vaya en diciembre y llegue Ahued, la neta es que ni se irá, ni Ahued será gobernador –al menos en esta-, ni el Peje está pensando llevarse a un inútil a su gobierno que ya tiene demasiados.
Acaso la esperanza es que las elecciones del año próximo le sean adversas a Morena, se le acote su poder con un Congreso que ataje el saqueo de bienes públicos y que con gobiernos municipales no morenos se encuentre el equilibrio en la gobernanza a partir del respeto a la autonomía.
Desde luego siempre y cuando se vaya el Bola “8”.
De otra suerte seguirá siendo anécdota ver a Cuitláhuac en la cola hasta diciembre de 2024.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo