El sindicalismo mexicano debe quitarse las telarañas y malas prácticas que heredó del corporativismo recalcitrante del PRI. Los sindicatos mexicanos deben dar pasos para formar verdaderos cuadros de liderazgos cercanos a los agremiados. Las prebendas y grandes cantidades que entregaba el Gobierno Federal, se terminaron. Viene una era, donde los sindicatos subsistirán verdaderamente por las cuotas de sus agremiados. El intercambio de favores electorales entre poder y sindicato, poco a poco ira desapareciendo.
El agremiado sindical deberá entender que la responsabilidad es muy grande y que ahora estará sobre sus propios hombros la verdadera democracia sindical. Tendrá que romper el viejo paradigma de poder cupular y hacer más activa su participación, desde abajo hacia arriba. Ya que ahora con una nueva Ley Laboral, el trabajador será el protagonista principal y tendrá un poder como nunca ates.
Desde luego, que quien quiera estar al frente tendrá todo el derecho que le conceda la ley, pero también tendrá que persuadir, convencer, dialogar y ser congruente con sus hechos. Sólo de esa manera se podrá obtener al poder, claro, siempre y cuando sus compañeros voten por él.
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