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100 días y ya nos dimos cuenta que en Veracruz están muy pendejos para gobernar

La palabra pendejo está muy desacreditada. Pendejo, palabra tan difamada, tan mal usada, tan vilipendiada. Pendejo, según la Real Academia, es un pelo que nos nace en el pubis y que la verdad no sirve para nada; como los pendejos. Pero pendejo también es un hombre tonto, estúpido, pusilánime. En Argentina y Uruguay un pendejo es un adolescente que quiere tomar actitudes de adulto, sin serlo. Un chamaco de trece años que fuma en la escuela, porque su padre y su madre lo hacen en la casa es un pendejo. Pero en Costa Rica un pendejo es una persona con miedo, miedo a cometer pendejadas.

Pues así está este gobierno, gobierno que no acaba de arrancar; gobernantes que como adolescentes quieren tomar actitudes de demócratas cuando no tienen ni idea de lo que es democracia. Gobierno pusilánime que no logra llevar a cabo sus cometidos, y qué bueno, porque esos cometidos son disparates, o vendettas que tienen el sello de un tal Patrocinio Cisneros Burgos; gobierno criminal, porque deja libres a los que desaparecieron a nuestros jóvenes.

Gobierno encubridor que a pesar del evidente nepotismo, decide volverse cómplice; gobierno mentiroso, que promete bajarse el sueldo y ahora sale con que no puede; gobierno cobarde, porque se deja amenazar; gobierno ineficiente, porque las matanzas, secuestros y extorsiones siguen en varias ciudades del estado. En fin, gobierno pendejo que a 100 días no sabe qué rumbo tomar, no sabe qué estrategia seguir, no sabe qué responder, no sabe dónde está la realidad; en fin, que no sabe gobernar.

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