Cuando creíamos que nuestra capacidad de asombro no podía ser superada, luego de pasar por 12 años de violencia generalizada durante el fidelato y el duartismo, hoy con tristeza podemos decir que estábamos viviendo en el error. Al menos en Xalapa, en la propia capital del estado, precisamente donde se encuentran los tres poderes, ésta ha sido secuestrada por la delincuencia organizada. Hoy mismo, a plena luz del día, balearon a un joven en la transitada Avenida Américas. Desde que inició el gobierno de Cuitláhuac García, no ha habido día en que no haya un hecho sangriento.
Su inoperante alcalde reconoce que han sido rebasados por los grupos criminales; el altanero y broncudo secretario de Gobierno, no da una, y el piloto principal prefiere armar un foro donde pide disculpas a los padres de los desparecidos del municipio de Isla. Y mientras el secretario de seguridad Hugo Gutiérrez Maldonado termina de desempacar sus chivas, los capitalinos somos presa de la delincuencia.
De que sirven las patrullas, junto con toda su parafernalia mamalona, si no pueden prevenir un asalto o detener a los ladronzuelos comunes y corrientes que escapan con sus motocicletas. De verdad que los xalapeños, y en gran parte del estado, estamos a la buena de Dios. Las promesas de campaña del gobernador, ahora nos damos cuenta, sólo fueron eso, simple promesas.
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