Ya le agarraron la medida al gobernador de Veracruz, por un lado aparece Topacio Citlalli Hernández interrumpiendo el tráfico en la céntrica calle de Enríquez, exhibiendo tangas con el nombre del flamante secretario de Educación, Zenyazen Escobar, y pidiendo tres plazas docentes y cinco juegos de placas de taxi; por otro lado, los ambulantes hicieron como un guiñapo al alcalde de Morena, Pedro Hipólito Rodríguez Herrero, invadiendo la céntrica calle de Altamirano donde hicieron su vendimia, desde luego que estos últimos tiene derecho a ganarse la vida, pero debe estar bien reglamentado para no dañar los derechos de nadie.
Es cierto que las comparaciones no son buenas, pero en ocasiones son necesarias, con Miguel Ángel Yunes Linares las manifestaciones que interrumpían las calles cesaron por completo. Los de Antorcha Campesina ni lo intentaron y los miembros de los 400 Pueblos, al ver que su envejecido líder se encontraba como huésped distinguido en el Resort de Pacho, ni siquiera asomaron las narices.
Pero hoy es diferente, el propio gobernador ha dicho que no usará la fuerza pública para desalojar las marchas y que mejor lo recrimine la sociedad, ¡fíjate que suave!, y para completar el cuadro, el mismo secretario de Gobierno señala que si una ley es injusta, pues ésta no debe obedecerse. Y desde luego, para estos manifestantes, es injusto lo que les pasa y por eso dañan a terceros que tiene la necesidad de pasar por esas avenidas, todo con la complacencia de las autoridades estatales y municipales.
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