Cómo se habrá sentido Lorenzo Portilla cuando el auditor Superior de la Federación lo definió como un “empleado del gobernador”. Sí, también dijo que particularmente él es de los «más destacados y experimentados», pero finalmente un empelado del gobernador en turno. Será por ello que, durante el gobierno de Javier Duarte, Lorenzo Portilla brilló por su ausencia.
Millones y millones de peos desfalcados, presupuestos derrochados, participaciones adueñadas por un grupo de funcionarios públicos y secuaces que se valieron de esa ausencia o quizá complicidad. David Rogelio Colmenares tiene razón, los auditores en los estados no sirven ni para el bendito, antes bien es un puesto del que ellos se pueden servir.
Pues a manera de extorsionadores, pueden amagar a alcaldes y funcionarios públicos para que aflojen una lana a cambio de que las cuentas de sus municipios o secretarías cuadren; o si no, que le pregunten a los sobrinos de Lorenzo Portilla.
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