Las epifanías

Epifanías
James Joyce y Jorge Luis Borges FOTO: WEB

Las epifanías, explicaba Joyce, son esas manifestaciones espirituales repentinas, «momentos de autenticidad», «súbitas revelaciones de lo que es una cosa, de su naturaleza profunda». En otro momento el escritor irlandés aseguraría que el creador de epifanías tiene la rara habilidad de extraer de los acontecimientos triviales la esencia verdadera de las cosas. Un día “Borges”, el personaje de Borges, ese escritor argentino de El Aleph, salió a la candente mañana de febrero (en Argentina es verano en febrero), justo el día que murió su amiga Beatriz Viterbo.

En esa mañana notó que en la Plaza Constitución «habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita. Cambiará el universo, pero yo no, pensé con melancólica vanidad».

Ahí está la epifanía, ahí está el momento trivial que da pie al momento de trascendencia; para “Borges”, el universo inclemente continúa y no se detiene a duelos particulares. Al personaje sólo le queda la vanidad y la poesía: «Cambiará el universo, pero yo no».

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