Galeano, Marcos, Sebastián Guillen o como quiera llamarle, nuevamente irrumpe en el escenario político. Resulta muy sospechosa su presencia y más con la mafufada de salir con un candidato independiente para competir por la presidencia de la República. Se acordará usted que el enigmático líder supo capitalizar las simpatías de miles de seguidores a lo largo del país y gran parte de Europa.
Sin embargo, hoy sus intenciones ya no parecen ser muy claras; el romántico Robin Hood posmoderno que apareció en los montes azules de Chiapas con el pasamontañas, viene a hacerle el caldo gordo al Gobierno Federal, esa es la percepción que se tiene. El pensamiento de Maquiavelo en El Príncipe, divide y vencerás, pareciera ser la consigna que persigue este amorfo personaje.
Existe una desilusión y desencanto por el EZLN, nadie cuestionó sus motivos e irrupción en 1994, todo mundo cobijó a estos indígenas desprotegidos comandados por un gallardo y valiente guerrillero con pipa y pasamontañas. Hoy Marcos, o como quiera llamarle, sólo es un recuerdo perdido en la nostalgia de la desilusión; hoy este personaje ya no contribuye al fortalecimiento de la de la democracia; hoy este personaje sólo aparece para perpetuar el régimen totalitario del PRI, del que por cierto su hermana carnal forma parte.
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