Con Donald Trump ya no se sabe. ¿Qué es mejor, que no se lleve bien con el nuevo presidente o que se lleve bien con él? Por supuesto llevarse bien con Trump puede ser como un chubasco de verano, que como bien llega, se va. Ahí tiene usted como ejemplo lo que pasó con el presidente de Francia Emmanuel Macron, con quien se paseaba de la mano por la Casa Blanca, con quien se daba unos besos que rayaban en lo obsceno y al final terminaron distanciados y con desacuerdos.
Ahora Trump dice ante los ciudadanos norteamericanos: «Me gusta México. Me agrada su nuevo líder. Creo que podría ser estupendo. Un poco diferente a nosotros. Creo que me va mejor con él que con el capitalista», por supuesto, cuando se refiere al “capitalista” se refiere a Enrique Peña Nieto, el actual mandatario de México. Pero lo que dice Trump de ninguna manera está labrado en piedra. El día de mañana López Obrador muestra sus desacuerdos con el mandatario norteamericano y como dice la canción, «el amor acaba».
Cabe mencionar que a Trump le interesa llegar a un acuerdo con México sobre el Tratado de Libre Comercio antes de noviembre, pero todavía antes de que se le ponga más dura la crisis en su gobierno, pues ya dos de sus hombres cercanos en la campaña han sido acusados y sentenciados. Estando él tan defenestrado, a lo mejor ve bonito a quien está pasando por una tersa transición.
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