Hace mucho que Isabel Miranda de Wallace dejó de ser un referente de honestidad y credibilidad. Extraña que a pesar de haber sido repudiada en la Marcha AntiTrump, que se llevó a cabo en febrero de 2017, donde le gritaron «asesina» y «corrupta», todavía haya personas que presten oídos a sus disparates. Miranda de Wallace fue la que dio un reconocimiento a Édgar Veytia, exfiscal de Nayarit, quien a los pocos meses fue detenido en Estados Unidos por sus vínculos con el narcotráfico.
Uno de los golpes más duros a su credibilidad fue el reportaje periodístico, donde se reveló el supuesto montaje que había armado para la captura de los “asesinos” de su hijo, así como las pruebas claras de que el hijo seguía vivo fueron un golpe mortal. Isabel Miranda de Wallace supo explotar muy bien su papel de víctima, su papel de madre desconsolada a quien le secuestraran y asesinaran a un hijo.
Sin embargo, su relación con el gobierno genocida de Felipe Calderón, así como su relación con Genaro García Luna, entonces secretario de Seguridad Pública, acusado de tener vínculos con el narcotráfico, fue minando su credibilidad. Entonces, por qué tomarla como referencia, si la señora es tan falsa como una moneda de tres pesos.
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