Y usted qué esperaba, que Fidel Herrera saliera a decir un mea culpa, que reconociera su criminal acción de vender la paz de los veracruzanos por unas decenas de millones de dólares. Y usted qué esperaba, que saliera Fidel Herrera a decir lo siento, que saliera a pedir a la historia que lo juzgara con misericordia; esperaba usted que Fidel saliera a explicar las razones por las que abrió la puerta para que masacraran a nuestros hijos, hijas, madres, padres, hermanos y vecinos.
Pero claro que no, Fidel Herrera, el padre putativo de todos estos cínicos que ahora son diputados y algunos presos, salió a decir que es inaudito, atroz e inconcebible que alguien lo vincule con la delincuencia. «Es inconcebible —dice el Tío de la corrupción— que se quiera embarrar o manchar un nombre y una entrega al servicio de Veracruz y de combate de todas las delincuencias con derivaciones de interpretaciones infundadas, es falso totalmente, es un asunto aclarado».
Pobre diablo, todavía cree que su verbilocuencia gastada puede convencer a alguien; pobre diablo, si el mismo ha dejado de verse en el espejo porque no soporta lo que éste refleja.
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