El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, anunció su intención de imponer un arancel del 25 % a las importaciones provenientes de México y Canadá, como parte de una medida para presionar a ambos países a frenar la migración y el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos. Esta decisión, que podría implementarse en su primer día de gobierno el próximo 20 de enero, ha generado preocupación tanto en México como en su vecino del norte. México exporta principalmente autopartes, automóviles ligeros, camiones, procesadores de datos y tractores a Estados Unidos, productos que representan más del 30 % de sus exportaciones totales a este país.
Un arancel tan alto incrementaría los precios, afectando directamente a la competitividad de estas industrias. Además, sectores como el textil, alimentos y bebidas también enfrentarían un impacto significativo, pues dependen en gran medida del mercado estadounidense. Por su parte, Claudia Sheinbaum, presidenta de México, aseguró que responderá con medidas equivalentes si los aranceles se materializan, enfatizando la necesidad de cooperación y diálogo. Señaló que las medidas arancelarias podrían desestabilizar las economías de ambos países, contraviniendo los principios del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Mientras tanto, analistas han advertido que esta política también podría perjudicar a los consumidores estadounidenses, ya que provocaría un aumento en los precios y posibles interrupciones en las cadenas de suministro, afectando a ambas economías de manera significativa.