El Tren Maya, proyecto insignia del gobierno mexicano, enfrenta incertidumbre sobre su costo real y la viabilidad de recuperar la inversión. Inicialmente estimado en 120,000 a 150,000 millones de pesos en 2018, el costo se ha disparado a más de 541,890 millones de pesos al cierre de 2024, según la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), triplicando la proyección original debido a cambios en el trazado, obras complementarias y dificultades técnicas. Sin embargo, el expresidente Andrés Manuel López Obrador afirmó en 2023 que el costo estaría entre 200,000 y 300,000 millones, generando confusión sobre las cifras oficiales.
En cuanto a la recuperación de la inversión, el gobierno proyectó en 2023 que el proyecto sería rentable en seis años, gracias a su impacto turístico y servicios de carga. No obstante, en su primer año de operación, el Tren Maya reportó pérdidas operativas de 2,561 millones de pesos, generando solo 151 millones en boletos frente a un gasto operativo de 1,470 millones en los primeros cinco meses.
La presidenta Claudia Sheinbaum insiste en que la rentabilidad llegará con la incorporación del servicio de carga y la llegada de más trenes, proyectando un punto de equilibrio para 2030. Sin embargo, la falta de transparencia en los costos, auditorías que señalan gastos sin destino claro y un avance físico incompleto (solo el 55% de la flota operativa) generan escepticismo sobre estas proyecciones.
